jueves, 17 de diciembre de 2015

EL REENCUENTRO


“Un te quiero, un hasta luego y un por qué, una suerte que me ampara porque yo me la busqué.” Nach


Para: Thomas De: Nina

Asunto: Preliminares aunque mañana comamos juntos

El tiempo hace que las heridas se curen aunque las cicatrices perduran. No siempre la distancia es el olvido pero si apacigua sentimientos. Así lo decidimos ambos, darnos un tiempo. Ha sido grato encontrarte y a su vez perturbador. Me ha dado tal vuelco el estómago que el café y la tostada del desayuno por un momento me han pedido paso. El corazón casi se me desboca. Pensé que deliraba.
Nunca imagine mañana tan gélida y resplandeciente. Amaneció todo cubierto de una fina capa de nieve, no me quedaba más remedio que ir a una revisión. Solo pensaba en regresar a casa junto al calor del fuego y seguir deleitándome con mis ensoñaciones. Ignoraba que a veces los sueños se cumplen y volver a verte ha sido el mío. Aunque también me he llenado de angustia. Advertirte sentado en el poyete de casa ha sido una alucinación, con tu cabeza cabizbaja y las manos entrelazadas.

Tras cuatro años, me buscaste. Pensabas sorprenderme y el impresionado fuiste tú. Mi querido compañero de ojos indescriptibles, de mirada melancólica sobre un horizonte gris, siento que te tuvieras que volver a sentar por el shock. Ni imaginabas mi situación, lamento no habértelo dicho en su momento. Aquel aciago día de despedidas no tuve valor, me dolía verte sufrir. Decidí, en el último instante, que ignorar mi calamitoso futuro, si es que lo tenía, te evitaría pesadumbres.

Y así fue como, ante tus ojos grises, preferí ser mezquina y deleznable. Abandoné tu casa satisfecha a pesar de todo ¡Bastante tenía yo con respirar mis últimos días de aliento! En una semana estaría tumbada sobre la cama fría de acero de un quirófano con pocas esperanzas. Todo mi mal humor, mi violencia y mis dolores de cabeza que pagué contigo en aquellos últimos meses no eran psicológicos, engañosamente una bestia tumoral comía mi cerebro. Si no lo extirpaban me quedaban pocas esperanzas pero aun, arrancándolo sin piedad, las posibilidades eran poco alentadoras. El no tenerte sufriendo a mi lado me consoló.

Tras la operación y no morir en el intento, mi cuerpo quedó dañado, no volvería a caminar. Después de once meses de rehabilitación interminables, regresé a casa, a nuestra casa. Estaba fría, era extraña, me faltabas, pero seguía consolándome tu ignorancia.
Todos quisieron contártelo pero no se lo permití. Algún día volverías con una rubia despampanante agarrada a tu brazo a pedirme el divorcio y no te quedaría más remedio que aceptar mi nuevo cambio de imagen. Mi sensual movimiento de caderas sobre una silla de ruedas.

Hoy volviste pero sin la rubia en tu brazo. Querías decirme que en estos años no has podido olvidarme, que tu espíritu, que el tiempo ha calmado, te impulsó a regresar. Yo tampoco te he olvidado, muchas noches me acompañas en mis sueños. Me he preguntado miles de veces si tú también soñarías conmigo, me convencía y sosegaba que tal vez , por fin, me habías olvidado. Ya no te torturaba.
Hemos descubierto en nuestros ojos ese brillo aletargado, el anhelo de tu pulgar sobre mi mejilla, mis caricias sobre tus fornidos hombros. Hemos descubierto que a veces el amor no muere, inverna.

Ya no soy el espíritu indómito de quien te enamoraste. Mañana vendrás a comer a casa, te pedí por favor que me dejaras, mañana te explicaría todo, palabra por palabra. Las fuerzas me abandonaron, tú caíste en shock pero yo, si no hubiera sido por la silla de ruedas creo que me hubiera desmayado. Ahora me sigo preguntando si mañana tendré la fortaleza suficiente para tenerte a mi lado, para conversar como lo hacíamos antes y no lo sé.

Así pues llevo toda la tarde escribiendo, es más fácil que hablar. Espero que sigas teniendo el mismo correo, cuanto termine te lo enviare, presionaré la tecla sin pensarlo. La invitación sigue en pie, comeremos juntos. Pero, al menos, ya vendrás con los antecedentes un poco esclarecidos.

Solo decirte que te amo, siempre lo hice y lo haré. Pero no sé si estoy preparada para compartir mis miserias. Me reitero, ya no soy el espíritu indómito de quien te enamoraste aunque he tenido que echarle mucho coraje para seguir viviendo.

Me has vuelto a decir que quieres volver, al despedirnos. Sólo te pido paciencia, si algo no soportaría es verte sufrir otra vez. Paciencia para que conozcas a la mujer de ahora y a lo mejor, con tan buena suerte, descubras que ya no te gusto. Paciencia para afrontar mis mentiras por ocultarte mi problema, pues puede que la desconfianza haya alejado nuestros corazones. Si después de un tiempo quieres volver y yo puedo poner la misma audacia en besar tus labios, tal vez, y solo tal vez, podamos devolver el calor a nuestra casa.

No quiero aún vivir bajo el mismo techo, solo pretendo recuperar la calma, la charlas interminables bajo la luz de la luna, la complicidad en nuestros silencios, el amor que nos hemos procesado sin pretextos. Solo quiero recuperar el roce de nuestras manos.
Y si lo conseguimos, seré la persona más feliz sobre la faz de la tierra pero tú también has de serlo. Aquí no hay verdades a medias tenemos que descubrir que nuestros sentimientos de antaño no encubren la verdad de ahora ¿Y cuál es la verdad? Pues encontrar el amor con otra diversidad. Puedo volar a tu lado si tú estás seguro de querer hacerlo, pero para ello has de descubrir mi nuevo mundo, mi nuevo yo.

Lamento muchísimo que te hayas estampado con mi realidad de este modo. Creo que para ambos ha sido una conmoción de sentimientos encontrados.

Sigues igual de guapo que siempre.

Hasta mañana:
Nina

viernes, 2 de octubre de 2015

LUNA


Ilustración de Luis Royo

Hay noches que me pierdo en tu rostro,
Divago ante ti como un efebo.
Te hablo, te pregunto, te idolatro.
En aciagos momento eché de menos contemplar tu estela,
Fueron instantes perdidos y llenos de tristeza.
Tú, luna, has sido mi brújula,
El cuaderno de bitácora donde reflejar mis desconsuelos.
Siempre embistes mis bríos con tus destellos,
Los desatas y acompañas por los bosques del alma.
Luna llena, satisfáceme la vida.

lunes, 21 de septiembre de 2015

EL AROMA DE LOS RECUERDOS


Ilustración de Luis Royo

“El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos” Henri-Frédéric Amiel

Un dulce olor a recuerdos usurpa mis sueños
En las serenas noches de otoño.
El galanteo de un hombre joven ante la inocente mirada
De aquella que fui.
Y en la mañana mi piel impregnada de anhelos
Le añora.
Hace muchos inviernos que nuestros ojos
No centellean en pasiones lozanas.
Alguna vez ¿Me echaste de menos como yo a ti?
¿Interfieres en mis frías sombras buscando caricias?
Hay huellas profundas que no borra el viento
Ni las grandes tempestades.
Tal vez nuestros caminos se acerquen
Ignorando el destino.
Pues lo que fuimos somos y seremos,
Nunca hubo ruptura entre ambos.
Solo los sucesos soplaron las velas por otros mares
Inhóspitos y lejanos.
No nos queda más que volver a batir nuestras alas
Sobre un fuego eterno.

lunes, 6 de julio de 2015

ESENCIA A PECADO

Ilustración de Sergio Martínez Cifuentes

“Lilith es el nombre dado por el Talmud a la primera mujer de Adán, madre de gigantes y demonios, según las leyendas rabínicas. Lilith acabó rebelándose contra Adán y contra Dios, y voluntariamente abandonó el Paraíso “

Ese aroma almizclado era su aroma. No la estela que dejaba a su paso o la fragancia de su caro perfume. Era la esencia de las horas inciertas bajo sus sábanas. El deseo irreprimible que a penas no me dejaba respirar cuando sus manos se deslizaban por mi torso, cuando su cuerpo cabalgaba sobre el mío. Siempre tras los gemidos y jadeos aquel olor que se quedó impregnado en mi alma.

La nostalgia me hizo estimar tu presencia. Obsesionado, la vida dejó de interesarme. Solo su aroma podía apaciguar la violencia de la inhibición.

Hoy, tras mucho tiempo, usurpó mi olfato, mi tacto, mi gusto… mi espacio. Vuelvo a tenerla entre mis brazos, entre sedas y encajes. Jamás volverá a alejarse aunque perezcamos en el intento, el infierno será mi destino, o el de ambos. Soy culpable del deseo fanático que siento por ella. Tú eres Lilith, la que surgió del averno para arrastrarme.

¡Qué importa una eternidad en llamas!

domingo, 17 de mayo de 2015

DIVERGENCIAS


Fotografía de Jaap Scholten – http://www.textandtravel.com/publications/

“Si no tardas mucho, te espero toda la vida” Oscar Wilde

El sol resplandecía sobre todas aquellas flores que nos rodeaban acentuando los matices. Un aroma almizclado nos envolvía, fragancia y deseo. Las copas de vino irradiaban, en el ambarino líquido, una serenidad inquieta. El calor incidía en nuestros rostros, ambos teníamos los ojos cerrados pero su mano apretaba fuerte la mía.

Iba a ser una separación tan solo por unos meses pero mi corazón estaba henchido de ansiedad. Siempre habíamos Intentado permanecer lo más cerca posible a pesar de las discordancias personales. Ambos sentíamos la necesidad de percibir nuestras almas cerca, protegiéndonos el uno al otro. Desde el primer instante la atracción fue mutua, supimos, como esa intuición que surge en un destello, que éramos el complemento perfecto en nuestras divergencias. Un simple roce de su pulgar sobre el torso de mi mano hacía que un torrente surcara nuestros cuerpos en un océano de instintos.

Tras unas horas disfrutando llegó el instante aciago. El me abrazó fuerte, queriendo inmortalizar ese contacto íntimo de nuestros cuerpos. Después su mirada azul hielo se clavó en mis acuosos ojos, posó sus dedos en mi barbilla levantándome el rostro y me besó. La intensidad de sus labios permaneció durante largo tiempo en los míos. Subió al coche y me gritó:

¡Te amo, nena! Eres mi brújula y pronto regresaré a tu lado.

Me había llamado nena, me sonreí. Regresé a mi pequeño paraíso de tulipanes y narcisos, entre tejos y robles ¿Volvería? Había dos generaciones de diferencia entre nuestros nacimientos. Él respiraba juventud por toda su piel y yo comenzaba a cruzar el meridiano de mi existencia. Volvería, algo inquebrantable atenazaba nuestras vidas pero, aun así, había valido la pena. Él había sido la lluvia sobre un campo yermo.

miércoles, 8 de abril de 2015

SE BUSCA



Ilustración de Sabrina Mauregui

Se busca ilustrador
para atrapar las palabras que flotan en mi mente.
Aquel que perciba mi unicornio,
el que me acompaña en la soledad de los días.
Aquel que vea el universo de matices
por el que sueño cada noche.
El que advierta todos los héroes y villanos que habitan mis leyendas.
Se busca,
Si me encuentras cuando tus dedos se deslicen
y mis colores sean los tuyos,
No dudes en arribar en el puerto de mis quimeras.

martes, 24 de marzo de 2015

ALGÚN DÍA



Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día cada uno pueda encontrar la suya - El Principito

Mi querida amiga, mi apoyo incondicional aún en la distancia, me recomiendas contar mi historia. Mira que lo he intentado veces y las palabras se me atragantan. Hace tiempo que todas esas experiencias dejaron de doler pero no hallo la manera adecuada de comenzar. Lo mío, como lo de otros muchos, superó la ficción y eso a veces es difícil de plasmar. Olvidé caminar y aprendí a volar; pensé envejecer a su lado y hoy las mecedoras están vacías; comencé de nuevo con un puñal a la espalda y, con el tiempo, sucumbió solo. Al final, tras muchas cicatrices, solo me queda agradecimiento pues, en estos diez años, mis vuelos imitaron al del Fénix, renací de las cenizas. Hoy mi ser es otro, lleno de pasión, amistades y felicidad en un alma colmada de fuego, aquel del que solo quedaban rescoldos. Algún día escribiré mi leyenda o, tal vez, las muchas primaveras borrarán su huella.

miércoles, 18 de marzo de 2015

EL ÁNGEL DE LAS SOMBRAS


“El amor no prospera en corazones que se amedrentan de las sombras.” William Shakespeare

El viento a su alrededor, cuando bate sus alas, se percibe. No siempre se aprecia igual su presencia, pero sí es constante cuando los oscuros secretos atenazan el corazón de Clara. Las lágrimas se deslizan con lentitud por el rostro de ella. Las manos inquietas no dejaban de girar una sobre la otra. Era el retrato de la pesadumbre y la tristeza. Por mucho que se intentaba hablar con ella, jamás expresó sentimiento alguno: la vida era dura, la vida era así ¿Así cómo?

En apariencia aquella mujer independiente, guapa, con buen gusto era insegura, sus gestos la delataban. Continuamente se atusaba el cabello, se recolocaba las ropas y necesitaba la aceptación de los demás para sentirse bien.

Toda la angustia solo podía solventarla una acción: El perdón. Palabra fácil de pronunciar y difícil de llevar a cabo. Los miedos atan de tal manera que no dejan avanzar, destruyen los deseos que son los únicos que nos impulsan. Siempre aquel semblante lúgubre de facciones enervadas. Hastiado el ángel de perseguir sus sombras y tras los continuos rechazos de muchos de aquellos que intentaron tenderle una mano, tomó una decisión. Su mano izquierda descendió sobre la frente de Clara y borró los recuerdos.

Se engañó el ángel. Aunque suprimió los oscuros secretos que atenazaban el corazón de Clara las sombras de sus ojos seguirían anocheciendo su mirada. El amor está en el alma de cada uno y si no sabemos apreciarlo en los mínimos destellos diarios jamás lo encontraremos. Hay seres que no ven el sol. En los días nublados lo cubren las nubes y, en los claros, los rayos del astro rey ciegan su mirada.

jueves, 19 de febrero de 2015

¡HOLA! DE NUEVO


Fractal por minimoo64

“Una vez que has entregado el espíritu, todo se sigue con absoluta certeza, aun en medio del caos” Henry Miller


Había pasado más de un año desde que abandoné París en un tren de nostálgica tristeza. Aquel trabajo me retribuyó con cuantiosos beneficios, me proporcionó un tiempo sabático y un vacío sombrío. Reflexioné sobre lo que había encontrado en aquella ciudad sin buscarlo y, concluí, que él sería la brújula en el itinerario de mi existencia.

Le echaba de menos pero la vida continuaba. No iba a ser fácil encontrar su clemencia y perdón. Cómo explicar que mi trabajo como espía industrial nada tenía que ver con lo que había ocurrido entre nosotros. Añoraba las charlas interminables en su jardín entre aromas de café y rosas. Sus manos acariciando el dorso de las mías y abrasándome con su mirada lasciva. Enloquecíamos con apenas un roce. Los encuentros, unas veces brutales otros dóciles, de nuestros cuerpos ante aquella habitación con un gran ventanal al ocaso. En la nostalgia me aferraba a su camisa en la que aún permanecía su aroma o daba vueltas a su añillo. Aquel anillo de plata labrada con trisqueles celtas no me lo había quitado desde que él me lo regalo.

El tiempo de descanso llegó a su fin. Otro trabajo me trasladó a Boston, a un congreso sobre alta tecnología aeronáutica. El aforo estaba lleno de personas extrañas y bien trajeadas, un fuerte murmullo flotaba en el ambiente. Algo no iba bien, sentí esa punzada en mi muñeca izquierda que me advertía del peligro. Era algo inexplicable pero el tiempo me había enseñado que aquella manifestación pocas veces se equivocaba.

Percibí unos ojos atravesándome la nuca. Con un leve y lento giro me agaché haciendo como que buscaba en mi bolso, levanté la vista y allí estaba. Me miraba febrilmente pero esta vez con odio y premeditación. Me volví a girar y me senté como si nada hubiera ocurrido. Mi cuerpo no manifestó ninguna inquietud pero mi corazón se aceleró a mil por hora. Tenía que mantener la calma, no pensaba huir, nuestro inevitable encuentro había llegado antes de lo esperado. Hallaría la manera de hablar con él, de explicarme, de que me escuchara para obtener su indulgencia.

Oí la conferencia sin enterarme casi de nada. Fue una hora de torturada paciencia. Recogí mi cartera y mi bolso, y me dirigí hacia el ropero a recoger mi abrigo. Me esperaba en el vestíbulo, siguiéndome por si hubiera tenido la intención de escabullirme. Nada más lejos, llevaba un año esperando el momento y no lo iba a desaprovechar aunque el desenlace no fuera el deseado.

Fui hacia él e hice un ademán con mi rostro como saludo. Él me agarró fuerte del brazo sin mediar palabra y enfilamos hacia la salida con enérgicas zancadas. Aquel no era el sitio adecuado para hablar. Me dolía, sus dedos se hundían en la piel con rabia e impotencia.

Me guio hacia una bocacalle, se detuvo y se situó frente a mí impidiéndome la huida. Era un animal herido y frustrado, me zarandeó con violencia.

– Tenía ganas de mirarte a los ojos maldita arpía —con semblante febril.
– Pues aquí me tienes —intentando mantenerme serena— y ¿Qué ves?
– La mirada de una serpiente que no dudó en jugar con los sentimientos para conseguir su propósito. Por tu culpa me descendieron y casi pierdo el empleo.
– Te equivocas, los sentimientos no tuvieron nada que ver con los negocios.
– Pues aún estoy esperando una explicación sincera por tu parte, zorra.

Me zafé de un tirón de su brazo y me coloque mi elegante traje gris marengo de ejecutiva. Volví a mirarle desafiante cuando divisé su mano acercándose con violencia a mi rostro, le bloqueé con mi antebrazo y le di con todas mis fuerzas un rodillazo en la entrepierna. Allí, doblado en aquella bocacalle extraña, donde el viento hacía volar varias hojas de periódico, me agaché y le susurré al oído:

– Ahora que ya hemos medido nuestra virilidad podremos hablar y escupirnos a la cara todos los reproches. Espero limar asperezas sin intimidaciones, cariño.
Esperé un rato hasta que se recompuso y le tendí una mano.
– A tú hotel o al mío—le espeté con una seguridad de la que carecía.
– Prefiero al tuyo—con la respiración entrecortada— así no tendrás oportunidad de desvalijarme.

En aquel extraño momento de tensión, mientras íbamos en el taxi, recordé una de las muchas frases de la abuela: las apariencias gélidas esconden corazones ardientes pero hay que aprender a llevar esa mascara y saber con quién poder quitársela. Allí estaba yo al lado de él como una roca volcánica, por fuera dura y oscura por dentro magma candente a punto de eclosionar y romper su secreto.

Seguía herido de muerte, iba a ser difícil reparar y sanar las heridas. Pero había aceptado hablar, aún no estaba todo perdido. Yo sabía que por encima de nuestro desencuentro había algo que nos unía: la teoría de la geometría del caos, el destino, un fractal con dos estructuras que se repiten y complementan.


Segunda parte del relato ¡HASTA PRONTO! http://intuicionesdelunaazul.blogspot.com.es/2015/01/hasta-pronto.html

miércoles, 14 de enero de 2015

¡HASTA PRONTO!


“Si las puertas de la percepción fueran limpiadas, todo aparecería ante el hombre tal como es: infinito.” William Blake


Está lejos, muy lejos. Me ha enviado unas fotos desde apartadas tierras. Debe de hacer mucho frío, jamás le vi tan abrigado. A veces pasea por el jardín lleno de escarcha en mangas de camisa y cuando entra a la casa desprende calor sobre una piel gélida. Su rostro anguloso y marcado es peculiar, con una mirada ártica rodeada de fuego en los cabellos. A pesar de su robustez, siempre me ha parecido una bondadosa alma en un cuerpo hercúleo. No he querido acompañarle pero pretendo imprimir cada sentido, cada ademán, cada costumbre de él.

Mi maleta está preparada y, entremedias de mi equipaje, una camisa suya. El olor me evocará su presencia y me ayudará en aciagos momentos. Me marcho, no puedo exponerle a mis intrigas además de que me han descubierto. Entré donde él dirige el departamento de investigación y desarrollo. Hace meses que recabé la información necesaria para mis mecenas. Hace meses que debería haberme marchado. Me dedico al espionaje industrial como mi abuela que acechó al enemigo en la última gran guerra. Lo llevo en los genes y, como ella, me enamoré de uno de mis adversarios.

Sé que los caminos volverán a cruzarse. Ambos abandonaremos nuestros círculos para buscarnos en el momento preciso. Por encima de las circunstancias el destino está presente en las existencias. Cuando nos miramos por primera vez supe que ya en otras vidas compartimos hábitos, nos conocíamos. Sé que él también presintió la cercanía.

Tal vez los cuerpos se hicieron uno cuando yo era una hechicera en el siglo XVII y él un Capitán testarudo de alta alcurnia de Toledo; o cuando fui la encargada de un castillo escoces y él un mozo de cuadras. Tengo sueños o reminiscencias pero ambos somos los protagonistas de ellos.

Lo único que me lastima son las consecuencias que le deparen mis actos. Tarde o temprano entenderá que los dirigentes son diferentes personas pero siempre con el mismo traje de codicia y traición. Mis pesquisas sólo tenían el propósito de acercarme a ti y ambos lo ignorábamos.

Anhelo sus grandes manos recorriendo mi cuerpo, su respiración agitada sobre mi nuca pero esos recuerdos me mantendrán. Y así el tiempo pasa sobre los raíles que me alejan de París, de él. Ese sonido monótono y continuo que da sopor en el tren y que a mí me llena de una nostálgica tristeza. Se hará muy largo el viaje, la ausencia.