“El silencio tiene su lenguaje: sabe hacerse entender.” Buda Gautama
El silencio es mi mejor aliado, disfruto con su presencia,
tanto sola como, en ciertos momentos, acompañada. La serenidad que me aporta el
silencio, a mis años, es algo de lo que más valoro. Mis gatos viven también en
el mundo de los sigilos y ellos me acompañan sin aportar discrepancias a mis
sentidos, muy al contrario, me los agudizan.
Dice la sabiduría popular que si lo que vas a decir no es
apropiado mejor mantente callada. Hay silencios que no se olvidan y palabras
borradas de la memoria.
El silencio nunca pierde el tiempo trabajes o relajes tu
mente; te hace aprender pues sólo con tu silencio puedes escuchar y escuchar es
un acto de silencio; aporta creatividad, agudiza el oído y la mente. Te hace
percibir sonidos que de otra manera pasarían desapercibidos y valoras la
belleza de alguno de esos murmullos como los trinos de los pájaros o el susurro
del viento entre las ramas de los álamos o las olas del mar arribando a la
orilla.
El silencio aquieta los gritos y tristezas de mi alma, me
hace reflexionar. porque las palabras y la charlatanería me agobian en
determinados instantes. He aprendido a reconocer mis defectos y virtudes,
trabajar en ellos y madurar.
El silencio es una conquista, no es fácil de acostumbrarse a
su compañía, pero yo a través del tiempo lo conseguí, es mi aliado, me sería
complicado renunciar a su presencia, le necesito en mi día a día.
A veces, el silencio pone distancia en las personas o las
acerca para compartir dichos minutos. Si tu silencio me ignora es porque nada
importante tienes que compartir.
El silencio me hace dominar mis pasiones que son muchas, las
doma para que no se desboquen como caballo salvaje.
¡En fin, cuán bello es el silencio e imprescindible en mi
universo!