martes, 13 de noviembre de 2012

NOCHES DE TORMENTA



Ella mandó un mensaje por el móvil sobre las tres de la mañana, cuando regresaba. La velada en casa de Samuel había sido inusitada, solemne y seductora. Sentía mucha curiosidad por él y su entorno. Llegó y todo fue un enlace infinito de coqueteos hasta llegar al desenlace. Poco importó su hábitat.
¿Por qué sentía tanta atracción por alguien que aparentaba ser corriente y con un trabajo aburrido? Tal vez era su melancólica mirada aunque en esta noche sus ojos le titilaban.
Pasear a esas horas bajo la leve lluvia tras la tormenta era una delicia, despertaba en ella su instinto más primitivo. Estaba exultante. Samuel no le había decepcionado en la cama, en absoluto. Tenía la sensación que hacía tiempo que no estaba con una mujer, demasiada ansia.
El aire fresco inundaba los pulmones. Sería estupendo retozar en el agua como en “Bailando bajo la lluvia” pero con el vestido y los tacones era una lástima. Se imaginó dando saltos en los charcos, las gotas bañando su rostro y mojado el corazón de ternura. Pensándolo bien nadie de todas las aventuras que había tenido le había hecho sentir así. Desde el primer día la química surgió, lo más insospechado.
Le he dejado adormecido en su cama. No me gusta dormir con mis conquistas que casi siempre suelen ser de una noche. Aunque Samuel es diferente, él ya ha tenido su historia y yo soy demasiado joven para atarme a una. Es la mejor de las expectativas cuando no se espera nada, nada te puede decepcionar. Todo lo que se recibe asombra, enaltece y encandila.
Oigo los tacones de mis zapatos salpicar sobre el agua, el sonido se amortigua. No estoy sola otro sonido atenuado suena más lejos, tras de mí. Comienzo a inquietarme. Tras diez minutos los pasos desconocidos siguen coincidiendo con mi ruta. Demasiada casualidad. Conozco bien toda la zona. Tuerzo a la derecha en la siguiente calle, me quito los zapatos y corro hacia una pequeña calleja también a la derecha donde hay un pub que suele estar abierto hasta la madrugada.
Entro precipitadamente con los zapatos en la mano y los pies mojados. Parte del personal que está en la entrada se me queda mirando. Recupero la compostura y ávida me dirijo a una mesa libre en un rincón donde puedo ver la entrada. El camarero se acerca y le pido un gin-tonic. No quito ojo de la puerta. Se abre y un hombre de cabello pelirrojo entra colocándose la camisa ¡Dios Santo, Samuel! Pienso para mí misma. Con una sonrisa maliciosa se dirige hacia mi mesa tras localizarme.
- ¿Se puede saber que hacías persiguiéndome?— intento poner semblante de enfado pero me es imposible, la situación es tan ridícula— Pensé en apuñalarte cuando doblaras la esquina.
- Me apetecía seguirte cuando me has dejado abandonado en la cama—divertido— Ignoraba que eras tan peligrosa. Por favor otro como el de la señorita— dirigiéndose al camarero.
- Pensé que alguien me seguía con no muy buenas intenciones— estoy ya relajada— aunque he de decirte que me defiendo bastante bien.
- Ahora ya enserio. Te dejaste la cruz de cristales rojos en casa. Te iba a llamar para dártela pero cuando te vi dando saltitos por los charcos y canturreando decidí observarte por un rato. Hasta que me has dado esquinazo.
- ¿Estás seguro de que sólo me querías dar mi colgante o es que querías saber a dónde me dirigía?
- Nena no pienso dejarte escapar esta noche aunque te tenga que perseguir hasta el infinito. Si tienes por costumbre no dormir con tus conquistas pasaremos la noche en vela corriendo por las esquinas, con un gin-tonic o esperando el amanecer. Pero no te va a ser tan fácil deshacerte de mí.
- ¡Touché! Por cierto no son cristales rojos, son rubíes. Esa cruz aunque pende de una cinta de raso negra es más valiosa de lo que piensas.
- ¿Regalo de una de tus conquistas?— de nuevo con una sonrisa maliciosa.
- Algún día te contaré su historia.

Ambos toman sus respectivas copas y beben la ginebra con tónica que les han servido. La duda flota en el ambiente ¿Olvidó ella su cruz de rubíes? ¿Él decidió seguirla para devolverle su colgante? ¿La cruz es una joya valiosa o una reliquia excepcional? Ante ellos muchas incógnitas, apariencias que ocultan la realidad y el comienzo de una aventura con tintes románticos, pasión y tal vez, algo de peligro.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

REBECA




Además de la afición por los libros, mis padres y yo, compartimos la afición por el cine. Rebeca, mi nombre, tiene que ver con una de las primeras películas de Hitchcock rodada en 1940. Dicha película es una obra maestra de la narrativa y el suspense.
Mis padres la vieron una tarde de los año 60 en la que su historia de amor comenzaba a emerger como un submarino de los abismos del océano. La tele resonaba en casa de los abuelos y entre fotograma y fotograma, caricias furtivas. Así es como aquella antigua Rebeca llegó a formar parte de la historia familiar, tanto, que tuvieron que otorgar el nombre a la obra de su amor para que jamás se borrara su huella.
El film narra la historia de un aristócrata inglés Maxim De Winter (Laurence Olivier) que al poco tiempo de perder a su esposa Rebeca, conoce en Montecarlo a una joven humilde (Joan Fontaine), dama de compañía de una señora americana. De Winter y la joven se casan y se van a vivir a la mansión inglesa de Manderley, residencia habitual de De Winter. Pronto la señora Winter se da cuenta de que no puede borrar en su marido el recuerdo de su difunta esposa.
Uno de los detalles del rodaje fue que Laurence Olivier quería para el papel principal femenino a Vivien Leigh; como Hitchcock optó por Joan Fontaine, Laurence trató de forma horrible a Joan; este maltrato afectó tanto a la actriz que Hitchcock aprovechó para hacerle creer que todo el mundo del equipo de rodaje la detestaba; Joan se mostraba tímida y reservada, justo lo que quería el director para el personaje.
Cine clásico en blanco y negro con música de violines estridentes, románticos y enigmáticos. Rebeca, el principal personaje, jamás aparece en la película pues muere antes de comenzar la trama. La actriz principal sin nombre en el film, anulada por la presencia etérea y el recuerdo insistente de Rebeca, una ingenua joven americana. El galán, sobrio, serio, masculino, con esas canas que apuntillan al personaje, un apuesto aristócrata británico. La fría y siniestra señora Danvers, ama de llaves de Manderley; tiene un aspecto fantasmal con su uniforme negro, tez pálida, voz tranquila y andar sobrio; resulta perturbadora con su obsesiva adoración por Rebeca; menosprecia a su nueva señora considerando que no es digna de vivir en Maderley.
He visto la película muchas veces junto a mis padres “Anoche soñé que volvía a Manderlay…” Es la primera frase que se dice junto con una imagen de una inmensa luna llena entre tinieblas. Esa luna que tanto me hipnotiza y de la que siempre me he sentido vinculada. Soy reservada y distante a la vez que brillante y espectacular como la misma Selene. Y desde luego pertenezco al mundo de la noche. Todos me ven y admiran pero a nadie pertenezco. Y esa nebulosa que la difumina es mi apariencia con la que ocultó mi verdadero yo.
Soy Rebeca nada que ver con la película de Hitchcock solo la admiración de unos cogeneres en un momento muy importante de sus vidas. Como una de sus expresiones “la luz de la luna puede jugar con la imaginación” así mi luminosa oscuridad juega contigo para atraerte hacia mi propósito. Pero el plan ha quedado relegado un poco, ignoraba que dentro de esa apariencia de empresario serio y melancólico surgiría una fuerte personalidad que estaba aletargada.
Ahora has descabalado mis pasos. Mientras vuelvo a encauzar el sendero disfruto de tu presencia. Compartiremos charlas, unas veces intrascendentes y otras con cómplices revelaciones sobre nuestras vidas. Quiero saber más de ti pues soy el cazador cazado. Viviré el presente, es lo único que tiene sentido.
Soy como la segunda señora De Winter en la película Rebeca, cuando en la recepción de un lujoso hotel de Montecarlo queda fascinada por la presencia severa de Maxim De Winter (Laurence Olivier), su futuro marido. Quiero bailar entre tus brazos como ella en aquella idílica terraza o sentir tus dedos sobre mi frente con un beso como ella en el paseo en coche o rodeada de flores como regalo de boda como ella antes de ir a Manderley. Nunca pensé sentirme así, mi carácter va más con la perturbadora y gótica ama de llaves y sin embargo, has arrancado sentimientos que no pensé tener. Samuel quiero conocer cada rincón de tu cuerpo y de tu alma, y no cesaré en el intento hasta conseguirlo. Puede que nuestra historia termine consumiéndonos en las llamas como la colosal mansión. “Anoche soñé que volvía a Manderlay…”

miércoles, 8 de agosto de 2012

LA POSADA DE LA CONDESA DE CALATRAVA



El sol calentaba como sólo lo hace en los meses de verano en el centro de España, con esa intensidad que abrasa y agobia. La corbata me arranca la respiración. Busqué un local donde aliviar la tortura del asfalto.

Aquel día fue el comienzo y el final. Un cúmulo de muchas imprevisiones y un inciso en la soledad de mi desierto urbano. El destino reiterado me amargaba y su aparición, efímera y eterna, aportó el viento lozano que precisaba. Todo transcurrió en horas pero daría lo que fuera por volverlas a vivir. Ella sólo buscó un alma cándida para pasar inadvertida y escapar. Huía de algo taciturno y cruel.

Sus ojos, castaños y profundos hasta perderse en ellos, eran desafiantes e intrépidos. Parecía que de un atisbo descubriera los más íntimos secretos. Se cruzó con mi mirada en la posada de aquella histórica ciudad. Mi existencia estaba vacía y mis ambiciones, que nunca fueron demasiadas, satisfechas. Creía que ya poco me quedaba por ver y vivir. Se acercó a mí, agarró mi brazo y comenzó a hablarme desaforadamente:

- Buenos días. Mucho calor y eso que sólo son las nueve. Tienes el nudo de la corbata un poco torcido aunque tu aspecto es formidable ¿Qué tal la velada de anoche?

Le mire sorprendido. Acababa de llegar a aquella localidad y evidentemente se confundía. No sé porque le conteste y le seguí el juego:

-Mis veladas últimamente no son demasiado buenas. Y llevo parte de la noche de viaje, acabo de llegar.

Sin soltarme del brazo siguió hablando, ignorándome y continuando con la farsa:

-¡Qué tonta! Pero me has caído simpático. Tu aspecto es tan apuesto que te había confundido con otra persona ¿Vienes por vacaciones?

La conversación era absurda. No conocía de nada a aquella mujer y no sé porqué seguía hablando con ella. Miraba directa a mis ojos y yo a los suyos, inhibía mi voluntad. Me dejé llevar, no tenía nada mejor que hacer en un par de horas.

- Hola, vengo por tema de trabajo — le tiendo la mano—. Soy abogado. Me llamo Mario.
- Yo soy Elena. Te encantará mi ciudad está llena de encanto — pensativa—. Lo siento, que me has dicho que venías por trabajo. Me aburro. ¿Has desayunado? Si no le importa podemos hacerlo juntos. Aquí, en la judería, dan unos almuerzos magníficos. El desayuno debería ser la comida mejor del día pero, ya se sabe como somos, todas las comidas son buenas, nos da igual la hora. Pensaras que estoy loca. Venga vamos, no te arrepentirás.

Acepte, irresponsablemente y sin rechistar. El almuerzo fue soberbio; disfrute de cada momento y bocado. Hablamos de cosas intrascendentes y divertidas; hacía tiempo que no me reía como lo estaba haciendo con aquella extraña. Elena me recordaba a mi esposa cuando era joven; fue como volver a estar con ella. El pelo corto y oscuro; la cara joven e inocente; talante rebelde e insolente; aquel lunar en la mejilla; sus ropas desenfadadas, confortables, dejando entrever aquella figura recia, exultante y provocadora. Era la misma persona con un toque salvaje, alocado y frívolo. La añoranza me hizo pensar, por un momento, que ella había bajado un ratito para charlar conmigo desde su largo e imposible regreso.

Terminamos y me despedí. Mi cita por asuntos laborales era a las doce. Quedamos para comer juntos en aquel mismo lugar “La Posada de la Condesa de Calatrava”.

La mañana se me hizo eterna. Estaba impaciente e inquieto. Ansiaba que llegaran las tres y a su vez me ahogaba el miedo ¿Dónde me estaba metiendo? La verdad es que nadie se arrima sin una causa a alguien desconocido y bastante maduro. Tal vez trataba de timarme, algo tenía que perseguir o sólo era una joven aburrida ¡Los tiempos han cambiado tanto!

Cuando llegué a la posada recorrí ansioso todo el comedor localizándola en breve. Mi corazón se aceleraba por momentos como si intentara garantizar que aún seguía vivo. Me dirigí directo a ella.

- Hola Elena, ¿Comemos?—hice una pausa—. Me gustaría que me dijeras que pretendes. Mejor no me lo digas, prefiero ignorarlo pero te aseguro que no soy presa fácil. Haremos como si nos conociéramos de toda la vida.
- Sólo quiero que me saques de aquí en tu coche. No temas, no pretendo nada, sólo irme lo más lejos posible. Si lo prefieres nos podemos marchar, no tengo demasiada hambre— con ironía—. He desayunado muy bien.

Sus ojos desprendieron un brillo febril. Era una locura pero me pareció sincera. Tome su pequeña y esbelta mano en la mía y la sugerí con un ademán que adelante. Yo tampoco tenía hambre.

Recorrimos las calles despacio hasta mi coche aparcado en una callejuela inhóspita. En el vehículo abrazó mi cuello y me besó con una pasión violenta. La desabroche los botones de arriba de su blusa y la acaricie. Ella se subió a horcajadas sobre mí y continuo besándome mientras sus manos aflojaban mi corbata y también desabrochaba mi camisa y mis pantalones. El deseo usurpó mi cuerpo y...

Yo, un hombre tradicional, que deploraba las conductas lascivas, los desenfrenos de la juventud, estaba allí como un adolescente liviano. Con mis cincuenta años arrastre todos mis principios. Cuando ya mitigamos la exaltación y recobramos la compostura, no olvidare sus palabras, me dijo:

- Mario olvida todo lo que aquí ha pasado. Esto sólo ha sido un choque de sentimientos, una descarga de adrenalina por parte de ambos. Tú necesitabas sentir y yo, eufórica por algo que no tenía que haber hecho, cerciorarme de que aún quedan buenas personas. Te escogí a ti como podía haber escogido a cualquiera. Eres excepcional, me hubiera gustado conocerte más pero es imposible. Sentí tu soledad y conocí a tu esposa. Sé que por un momento has revivido algún fragmento de tu existencia con ella. He poseído en mi joven pero duro recorrido un pedacito de felicidad como la que tú has tenido. Soy un ser infame, maltratado y cansado. Me has dado alientos y esperanza. Tal vez algún día yo también tenga mi alma en paz. Arranca y marchémonos.

Tras unos doscientos kilómetros sin apenas hablar, le dejé donde ella me indicó, en una estación de tren de un pequeño pueblo. Sin volver la cabeza desapareció en las entrañas de aquel pequeño apeadero.

Cuando llegué a mi casa, exhausto, me tumbé en la cama. Mire el retrato de mi esposa y lo besé. Sentí que ella guió los pasos de Elena para sosegar en mí el desaliento y la soledad. Y así me quede profundamente dormido.

Al día siguiente, como habitualmente, salí a comprar el periódico. En primera página, en el ángulo inferior izquierdo, había una noticia que llamó mi atención y me dejó petrificado:

“Ayer en “La Posada de La Condesa de Calatrava” fue encontrado muerto, con un fuerte traumatismo cráneo-encefálico Don Juan Jabalón, conocido y acaudalado ganadero. La autora del crimen se cree que puede ser su hijastra Elena Moreno de la que no se ha encontrado pista. Le acompañaba la noche anterior cuando ocuparon una habitación en dicha posada. Se especula que el móvil del crimen ha podido ser los continuos abusos del ganadero a la joven. Ésta accedía a dichos abusos ante las amenazas de abandono y desahucio por el delicado estado de salud de su progenitora. Don Juan costeaba un tratamiento muy caro en Houston para su esposa y madre de Elena.”

Elena, mujer de raza, determinó acabar con su mayor problema y dejar a su madre en la mejor de las situaciones. Heredera única de una gran fortuna después de años de sufrimientos y engaños. Me fijé en el nombre de la posada, describía su persona y semblante. La Condesa de Calatrava altiva y de gran linaje, fuerte y visceral.

Me puse en contacto con la policía. Hasta el día de hoy no he vuelto a saber de ella. Me complacería volver a verle y tender mi mano como aquel día, en la posada y en aquella histórica ciudad. Suelo estar pendiente de las últimas noticias y sucesos. Siempre hay alguien en peores circunstancias que uno mismo y siempre hay un motivo para seguir viviendo.

martes, 10 de julio de 2012

METAMORFOSIS




Ella me rondaba desde hace tiempo o simplemente ambos rondábamos en el mismo hábitat. Su aspecto gótico épico despertó un instinto extraño en mí. Nunca me atrajeron esas apariencias negras ataviadas con encajes insinuantes, joyas medievales y botas militares. Pertenecían a otra generación.
Como habitualmente, llegué a la biblioteca para seguir con mi trabajo. Ella solía llegar alrededor de una hora más tarde. Hoy se sentó al lado. Durante el tiempo que habíamos coincidido poco a poco fue escogiendo asientos cada vez más cercanos. Sentí su aroma afrutado y fresco impregnando el aire que nos envolvía. Ignoré su presencia y continúe como si nada. Ocultando ese instinto raro, mi corazón se acelero ante su cercanía e incluso la respiración se hizo más ávida.
No entendía que estaba ocurriendo. Yo un cuarentón solitario adicto al trabajo junto a una joven universitaria preparando alguna tesis. Desde el primer día que cruzamos las miradas algo surgió. Sus ojos esmeraldinos enmarcados con unas cejas triangulares le daban un aspecto malvado y a su vez atrayente. Las orejas perforadas con varios aretes gruesos de plata y rematado uno de sus lóbulo con un especie de cuerno también de plata. El pelo negro enmarañado en un moño colocado en su desorden de forma perfecta, atravesado por una especie de aguja. En la mano derecha tenía un tatuaje pequeño entre el pulgar y el índice que reconocí al instante, un trisquel celta. Sus uñas cuidadas y no demasiado largas evidentemente pintadas de negro. Todo era preciso en aquella caótica imagen sacada de un comic de personajes legendarios.
Depositó cuatro o cinco libros frente a ella. De reojo pude ver tratados de filosofía y un ejemplar de Magia y ciencias ocultas en el mundo griego y romano. Sacó un pequeño estuche y de éste, un montón de bolígrafos y lapiceros que puso al lado de los libros. Encuadro un taco de folios en blanco y miró a los bolígrafos como pensando cual escogería aquel día. Yo seguí absorto en mi lectura engañando a todo lo que me rodeaba y a mí mismo. No había conseguido enterarme de una sola palabra del manuscrito que se suponía estaba leyendo desde que ella llegara. Con una letra angulosa, de trazo fino y muy recargado puso un título subrayado “La tabla de Hermes Trismegisto y otros grimorios”. Tenía junto a mí a una de tantas locas que estudian la alquimia y el ocultismo. Un escalofrío me recorrió el cuerpo.
Ella me miró sonriendo. Como si hubiera leído mi mente, me dirigió unas palabras: no soy ninguna loca escapada del manicomio ni una bruja frustrada.
No me había dado cuenta de que me había quedado mirando los folios descaradamente y con una expresión de bobo, con la boca entreabierta. Le respondí: perdona no era mi intención molestarte sólo me ha llamado la atención tu enunciado.
Al dirigirse a mí y girar su cuerpo vi para completar la estampa que llevaba una gargantilla argenta con una especie de escorpión en el centro rodeado por calaveras. Él aguijón de dicho escorpión apuntaba directamente al canalillo dejando entrever un encaje blanco del supuesto borde de su sujetador que contrastaba con su ropa negra ¿Realmente estaba hablando con una persona o era un espejismo? Fue como si me hubiera trasladado en el tiempo.
Aquellas palabras fueron el inicio de una conversación. Ella me hizo preguntas entrelazadas con la información sobre su tesis y mi trabajo de investigación sobre comercio internacional para mi próximo curso. Miraba con sus ojos perversos, sus labios arrebolados y carnosos. Me desmantelaba de toda palabra, como si fuera un completo inepto social. Lo único que se me ocurrió al cabo de un rato fue invitarla a tomar un café y seguir con la charla.
No sé como llegue a la cafetería, ni como pasaron las horas, ni como aquella joven mujer me envolvió en su nebulosa. Estaba encantado de su compañía y a su vez sorprendido, jamás hubiera pensado caer como un adolescente en las redes de una arácnida viuda negra.
Después del segundo café ella me preguntó qué quería abandonar, qué buscaba, qué profunda revolución ansiaba mi corazón, de dónde venía tanta rabia recluida.
Le dije que las preguntas que me estaba haciendo eran un poco absurdas. No me conocía de nada para juzgarme de esa manera tan directa. Y respondió: yo no soy quien para juzgar a nadie pero cuando consigas contestar y encarar esas cuestiones tu metamorfosis comenzará su andadura y desbloqueará el camino.
Aquellas palabras me las dirigió acompañadas de una insinuante caricia de una de sus pequeñas manos sobre una de las mías. Otra vez volví a sentir una corriente eléctrica atravesándome hasta erizar el bello de mis brazos.
Le dije que se había hecho tarde y tenía que marcharme. Salimos de la cafetería de la biblioteca. En aquella puerta enmarcada con un arco ojival que descansaba sobre unas columnas con unos capiteles llenos de follajes y hojas le tendí la mano para despedirme. Ella me la estrechó fuertemente y sin apenas darme cuenta me atrajo hacía sí. Posó sus labios sobre los míos y me encajó un largo beso inmiscuyendo su lengua en mi boca. Creo que mi cara fue un volcán durante largo rato pero no despegue mis labios ni por un instante. Deseaba aquella tentativa desde que nos vimos aunque no lo hubiera advertido.
Sin mirar hacia atrás se marchó como si no hubiera pasado nada. Yo estaba totalmente abducido. Pasaron unos jóvenes por mi lado, cuchichearon y les oí de sonreír. Supongo que la imagen de un cuarentón con vaqueros y chaqueta besando a una veinteañera gótica no era muy habitual.
Aquella noche casi no pude dormir. Ansiaba el instante de reencontrarme con ella, con Rebeca. Hasta su nombre sonaba a epopeya medieval. Mis sentimientos estaban encontrados. Pensé no regresar y seguir mi documentación por otro lado. Todavía no me creía como habíamos llegado a tan inusual despedida. Sobre las tres de la madrugada me dormí agotado. A las siete sudoroso estaba sentado en la cama. Soñé con ese escote enmarcado con aquella puntilla blanca, desabroche su negra camisa y quedó al descubierto la nívea prenda que salvaguardaba su pecho. Me desperté en el instante en que comenzaba a acariciar su suave piel y desabrochaba su gargantilla con el escorpión y las calaveras.
A las nueve en punto quería estar en la biblioteca. Tras ducharme decidí ponerme ropa más desenfadada. Tomé mi desayuno habitual tal vez de una forma más precipitada que otros días. Al salir sonó el móvil, un mensaje. Me comunicaban que tenía una reunión esa misma mañana para concretar sobre el curso. ¡No era posible tan mala suerte! casi siempre teníamos las reuniones a la tarde. Rebeca tendría que esperar.
El día fue un completo desastre. Tal vez mi desgana desde la mañana ante la reunión fue enlazando una serie de desventuradas responsabilidades a las que no quedaba más remedio que hacer frente. A las siete de la tarde llegué a casa malhumorado. Abrí el ordenador, comprobé el correo y cuando iba a cerrar la sesión se me ocurrió entrar en el buscador. Sentía curiosidad por el tal Hermes Trismegisto y lo que era un grimorio, desconocía su significado. Estuve más de una hora leyendo artículos sobre dicho personaje. La verdad, me resultó interesante todo lo que fui leyendo. El mítico personaje Hermes era una condensación del dios egipcio Dyehuty, el dios heleno Hermes y del Abraham bíblico; se pensaba que era un sabio egipcio que creó la alquimia y desarrolló la creencia metafísica que hoy conocemos como Hermetismo. Pero lo que me embargó fue la definición de grimorio: libro de conocimiento mágico o conjunto de signos a descifrar, galimatías.
Con las manos sobre la nuca me quedé mirando por la ventana, absorto, ella era un grimorio y desde luego un galimatías. Su atuendo encajaba a la perfección con su tesis. Ese semblante misterioso, ocultista y ancestral seguía incitando en mí una inclinación lasciva que nunca hubiera pensado que franqueara mi mente. Por un instante vi sus ojos en el cristal de la ventana mirándome. Sentí esa corriente eléctrica atravesando mi cuerpo y como el bello de mis brazos se erizaba de nuevo. Necesitaba volverla a ver.



martes, 29 de mayo de 2012

JUSTICIA.




La justicia legal transita por senderos serpentinos
Y cuentan que dista mucho de la justicia ética o moral.
La mente se me retuerce desconociendo la diferencia,
Ningunea la subsistencia honesta.
La rectitud ha de ser una.
Me frustras con recovecos y charlatanería
La legalidad, como algunos defienden,
Muchas veces enraíza y teje sus ramas
En oscuros designios.
Enmascara vilmente la alevosía.
Así pues, no me hables de justicia,
Letrado,
Cuando tus ingresos crecen en abismales pantanos.
Hemos desdibujado las honestidades
Y deshojado la rosa de la legitimidad.
Mis creencias abarcan pocos entes
Pues pocos entes son leales e íntegros.

martes, 8 de mayo de 2012

EL HÉROE




Siempre fue alguien que pasaba desapercibido. Hombre sencillo y humilde. Creía en el corazón de las personas a pesar de que su confianza le había traído algún que otro problema. Nunca te arrepientas de dar un paso hacia delante aunque te produzca un esguince. De todos los procesos que adornan nuestra vida siempre se sacará una lección.
Y así respiraba día tras día, llenando sus pulmones a veces de aire viciado. No importa lo que haya alrededor si intentas ver el instante luminoso entre la niebla. No permitas que, nada ni nadie, te haga irritar. Una y otra vez se repetía esas frases. En muchos momentos de tristeza superaba los obstáculos terminando por creerse lo que tanto se reiteraba. No es fácil sonreír cuando el alma está encogida.
Su vida bien podía llenar las páginas de una novela y sin embargo, nada suntuoso y prepotente decoraba aquella historia. Siempre se sintió querido aunque le rompieran el corazón en múltiples ocasiones. No se trata de amar eternamente sino de entregarse al amor como si fuera el último minuto de su existencia aun sabiendo que en el minuto siguiente todo acabaría.
Nunca se arrepintió de las decisiones tomadas, acertadas o no. De todas ellas se pueden sacar virtudes y egoísmos. El ser humano es así. Todos tenemos un lado oscuro que en un momento dado puede salir a paseo.
Hoy con las manos arrugadas y llenas de cicatrices, los bolsillos vacios y el cuerpo henchido de felicidad sabía que le quedaba poco tiempo. Pronto partiría al gran viaje. Allí sentado en el porche observaba, como tantas y tantas veces, caer el sol. Sus grandes amigos siempre le acompañaban en el gran espectáculo del ocaso, los libros, y con ellos sus recuerdos.
Cuantas veces le tacharon de ingenuo y pardillo. Ignoraban que si lo parecía es porque permitía parecerlo. No le importó guardar su ego cuando la situación o la persona lo merecían. Y cuantas veces no había podido conservar la calma, saltando como un lobo fiero sobre aquel que intentó humillarle o menospreciarle.
En una palabra, era un hombre con sus valores y sus defectos. Siempre con un principio claro: la lealtad. La nobleza de actuar según las convicciones que guardaba en su alma. La lucha por la justicia le había llevado a veces a ser injusto pero siempre tuvo ocasión, reconociendo su falta, de pedir perdón. La amo profundamente hasta ahora, en puro silencio y en amplio secreto. Agradecía todo lo que ella le dio en aquellos años antes de que dejaran de compartir techo.
Tenía todo lo necesario para tomar el tren sin retorno. Se sentía en paz. Vida afortunada donde las haya sin capitales potentes. Cuando la balanza pesara sus acciones se llenaría de la pasión que siempre puso hasta para el más mínimo de los acontecimientos.
Miró al sol como si lo hiciera por primera vez. Todos sus ochenta y tantos años pasaron en aquel instante. Su bolígrafo desgastado en el bolsillo de su camisa, un brillo intenso en aquella mirada cansada, su porche con los ciclámenes y plantas aromáticas, su sillón de mimbre deteriorado, el aire impregnando sus pulmones por última vez, en el ocaso, con una sonrisa, dio las buenas noches y partió.
Ana le llamo para que entrara a cenar como todas las noches pero ya no hubo respuesta.
Cada existencia lleva un héroe impregnado, no hace falta grandes victorias sólo vivir con entusiasmo, intentando dar lo mejor de sí en cada acontecimiento. Esa es la gran batalla de nuestra esencia y la gran victoria es coger el tren sin retorno con la serenidad de haber amado.

domingo, 22 de abril de 2012

EMOCIONES.




¿Alguna vez abrigasteis tal emoción que el llanto empañó vuestros ojos? Sentimiento en esencia que hace reaccionar a la persona y no sabes si reír o llorar. Un gozo que recorre cada milímetro del enardecido cuerpo crispando la piel. Jamás tal dulzura acompasó los latidos de mi corazón. Las lágrimas se deslizan por el rostro revelando la comunicación sagrada; la unión perfecta entre cuerpo, mente y espíritu.
Las palabras adquieren un sentido amplio y literario, hasta la más vulgar. Todo es música seráfica. Recuerdos aletargados que asaltan la memoria enviando un abanico de sacudidas.
Nos engarza aún en la distancia una estela blanca que nos mantiene permanentemente en sintonía. A mi edad no tengo que justificar nada y nada tengo que acallar. Hay pasiones que están por encima del tiempo, la distancia y la expiración.
Tú absorbes la entidad básica de toda mi alma. En una hora a tu lado puedo gemir, deleitar, arder, rejuvenecer y estremecerme; sensualidad a la máxima potencia.
Y así navego por el océano diario con las velas desplegadas al viento. Tu voz me mantiene entre encuentro y encuentro. No hay nada que ennegrezca el iluminado horizonte. Pues henchida de esperanza, contemplo como los delfines hacen carreras a toda velocidad con la proa del barco. La estrella polar me guía rumbo hacia un nuevo despertar.

sábado, 14 de abril de 2012

AMARRES.




No permitas que la serenidad decaiga
Ni consientas volver a llorar.
Demasiada belleza gira a nuestro alrededor
Para ignorar su rostro.
Si mi amistad ponderas y yo la tuya,
No exijas mi silencio
Pues ante todo necesito un abrazo
Aun en la distancia
O un susurro de voz.
La cercanía de espíritu se puede medir
Por el calor de las palabras.
No sólo se comparte la sonrisa
Sino también las lágrimas y el pesar.
Los lazos más fuertes se tejen en la lucha,
En la infinita charla del desconsuelo,
No en la nimiedad del elogio.
Los sentimientos de una dama
Necesitan algo más que coqueteos y vanidad
El corazón de una mujer es un profundo océano de secretos.

La última frase es de la película de 1997 “Titanic”

jueves, 12 de abril de 2012

VÁLVULA DE ESCAPE.




Siempre fuimos la tabla de salvamento, la válvula de escape en nuestras rutinarias y estancadas vidas. Así forjamos día a día una amistad profunda que no conocía barreras. Intentando apoyarnos sin profundizar en sentimientos. Nos negamos a caer en la trampa del amor.
Hemos compartido muchas experiencias con otras muchas personas. Hablado infinitas horas del desencanto y la frustración ante tantas vivencias. Y ahí en ese punto seguimos escrutando lo que nos da aliento en la batalla.
Tal vez erramos en la búsqueda pues de eso se trata, de no buscar. De sentir la vida sin necesidad de avance. Debemos satisfacer cada jornada con los nimios tesoros que se nos ofrecen. Degustar el presente de cada amanecer en la mañana y el ocaso al caer la noche.
Tal vez hoy descubrimos que esa insaciable sed de cambio nos hace tan ciegos que no vemos los maravillosos valores que nos rodean. Las excepcionales personas que comparten nuestras sonrisas.
Hoy te cachondeas de mí, así lo hemos expresado. Bendita burla la tuya a mi lado. Me reconforta, te siento, estoy viva y sonrió. Nada hay mejor que notar los latidos del corazón a tu lado.
¿Por qué nos dio tanto miedo saltar el charco? Nunca dijimos un “te quiero” desde el otro lado ¿Qué podría haber ocurrido? ¿Dónde nos llevarían nuestras manos? Nunca lo intentamos.
Ahora que seguimos juntos cada cual por nuestro lado miles de preguntas me confunden y me asaltan. Tal vez no es el momento o tal vez nunca lo sea. Pero si algún día la rueda de la vida hace que necesitemos una válvula de escape en nuestras estancadas vidas. Si algún día tras mucho camino andado seguimos necesitándonos .Creo que tendremos que dar un salto. Pondré los sentimientos sobre el mantel y decir te quiero cuando ya nada importe con los años.

lunes, 2 de abril de 2012

LLUVIA.




Domingo de ramos con aroma de azahar vagabundeando por las calles abarrotadas de gente. Absorta, sin rumbo, sola. Si, sola pero no por falta de compañía sino por desamparo del alma. Estaba cansada de mediocridades, de verme rodeada de gente carente de emociones. Todo se compone hoy de estética, de dinero, de sexo y por supuesto de poder. O tal vez deberíamos decir de poder y sexo.
Y así mi desencanto de un tiempo a esta parte había aumentado a cotas impensadas. La independencia había desaparecido aunque no lo percibiéramos. Ya no trabajábamos para vivir, vivíamos para trabajar. En el camino olvidamos el respeto por nosotros mismos y por el prójimo. Desdeñamos mirar a los ojos de la conciencia, tocar la belleza interna. Todo lo tapaba la máscara de la divinidad etérea de una cara bonita ¿Y las arrugas que proporcionaba la risa? Lamentablemente las ocultábamos bajo las inyecciones de botox.
Aquella mañana salí a la calle con mis vaqueros viejos, un jersey gris enorme, las mangas ocultaban la mitad de mis manos y unas deportivas cómodas, sin marcas. Sepulté el móvil bajo un cojín del sillón, desamparándole. No llevaba ni dinero en los bolsillos, ni documentación. Mi carnet sólo era una cara y un número pero no exhibía ni un solo rasgo del individuo que me caracterizaba. Salté a la vida sin un propósito.
De pronto, el sol de la mañana fue velado por nubes grises de tormenta. Empezó a llover suavemente y fue como si la película se acelerará; la gente corría a refugiarse. En un primer instante tuve también la tentación de guarecerme pero algo impedía que mis pies se movieran. Alcé mi cara y las gotas empezaron a resbalar por mi rostro. Sentía como el agua traspasaba el jersey y se adueñaba de mi cuerpo, seduciéndole. El sonido del golpeteo sobre arboles y hojas era la más deliciosa de las melodías. Dirigí mis pasos hacia un parque frente a mí, el viento susurraba para que me acercara. Fue un momento impactante, de los que se imprimen, absoluta liberación. Percibí como el verdor se acentuaba, olía el aroma de la tierra húmeda, el sonido de la lluvia, el tacto de la naturaleza sobre mis manos, el sabor del sueño ansiado de no acallar lo que apreciaba, seguía viva tras tiempo de letargo. La libertad no es un sueño está tras los muros que nosotros mismos construimos.
Empapada regresé sobre mis pasos, la decisión estaba tomada. Atrás quedarán los meses desolados, la angustia de los cobros, el tiempo de ser puntuales, las escusas para justificar mi desgana, los vestidos para enaltecer y ocultar la esencia y la esclavitud de la civilización implacable y moderna.
Comienzo con una nueva y a su vez atávica filosofía de vida. Sólo haré lo que me gusta y apetece, lo que expanda mi corazón. Crear por el mero placer de hacerlo, amar hasta desfallecer sin esperar nada a cambio, reír hasta que me duela cada centímetro de mi cuerpo y sentir la inmensa sensación de que alguien vele por ti y viceversa. Rodearme de las personas que quiero y son importantes pues escribieron algún párrafo de mi historia. Aprender a mirar a los ojos del mundo a través de los arboles, el sol, las estrellas y el ocaso.
A veces lo que se escribe en las páginas es más amable que el mundo real. Y en otras ocasiones, como una admirable persona me dijo: no es que la realidad supere la ficción sino que esencialmente se basa en ella. Estreno mi andadura llenando mis manos de tita y palabras. La pasión de toda mi existencia heredada de mi abuelo. Vosotros los que me amáis y amo seréis mi inspiración.
Buen viaje.

martes, 27 de marzo de 2012

JUGADAS DE LA INCONSCIENCIA




El tópico habla de que uno siempre vuelve al primer amor. Él no fue el primero al que ame pero si mi primer amor. Las circunstancias que nos rodeaban eran muy crueles, de las más brutales a las que una persona tiene que enfrentarse. Sentirte en plena juventud limitado físicamente; tener ganas de bailar, de correr, de saltar y no poderlo hacer.Rodeados de otros en similares coyunturas,dentro de tal elenco, percibir que tú eres de los mejores, de los que aún no ha dejado de combatir y puede sonreír un poco.
Entre aquella extraña nebulosa; entre aquel aire viciado; entre familiares rotos llorando por dentro e intentando dar ánimos, cuando casi las piernas no les sujetan; entre personal con un trato mecánico, deshumanizados por la tragedia. Apareció ante mis ojos una extraña aura, una voz segura, un impulso primario y un rebelde ante cualquier circunstancia. Y todo ello me deslumbró.
Aquella época se imprimió en mi alma de por vida pero hasta hace pocos días no me percate de cuánto. Inconscientemente durante muchos años me recreaba en música de violines, tambores, gaitas y flautas; Leía historias de druidas y meigas. Me engalanaba con anillos de simbología celta. Inhalaba fuertemente el aroma del mar salado que me rememoraba su coraje y su vida. El cuerpo se me exaltaba al oír ese idioma meloso y dulce de tierras galaicas.
Siguiendo los impulsos inexplicable del espíritu busque en un cajón una libretilla vieja con retazos de aquella época. La bandida me desafiaba, se escondía bajo un libro, no se dejaba ver. El ángel jugaba con mis ímpetus, sólo un poco, pues apareció el trofeo. Con el pulso acelerado me fui hasta el teléfono ¿Sería posible que aquel número aún fuera válido?
La respiración se me cortó al oír su poderosa voz. Pero el ángel seguía jugando y aquella pequeña reunión vocal no fue lo esperado. La sorpresa del momento y el mantener la compostura ante aquellos a los que no quería dar pista, me hizo pensar que me había olvidado. Sólo fue nostalgia de recobrar lo que un día se marcho a muchos kilómetros.
Y el ángel por fin dejó de jugar y él se puso en contacto conmigo cuando nadie podía descubrir sus ojos. Entonces comprendí que aquel impulso inexplicable del corazón no se había equivocado. Me recordaba. Jamás olvidó los dulces besos en horas desesperadas, las caricias furtivas, las regañinas hasta que me dejaba sin argumentos, nuestra unión por encima de distancias, años o diferencias.
Terminaré con otro tópico “el corazón tiene razones que la razón ignora” y así relegando el juicio, vuelvo a correr por los campos inmensos de Galicia, cabalgando a lomos de sus caballos y bailando al son de la gaita.

domingo, 25 de marzo de 2012

CONVULSIÓN


La flor rendida a tus pies se halla
Del color de la pasión sus hojas.
El aroma del deseo impregna el viento
Entrelazando las ramas del cerezo.
Y tú, mi admirado Samurái
De porte seguro y manos ardientes
Susurras al oído delicados mensajes.
El sol abrasa los espíritus de los que amarán
Fuera de tiempo y espacio.
La semilla será derramada sobre el arroyo
Que portará el fruto del deseo.
Entre tus brazos recogerás
El loto que vencido aferras.
Desojarás sus pétalos encrespando la sed.
Y solo desnudando tu katana
Sosegarás la revolución que embiste y acomete.
Serenas, las aguas volverán a su cauce
Seguirá susurrando el viento.
Y los gritos turbulentos
Darán paso al sueño infinito
Mientras enredadas siguen las ramas.
Silencio, silencio.
Convulsión en las almas.

lunes, 12 de marzo de 2012


Haikus.


Me ahogaba, No podía respirar
Vino suave el viento fresco del norte
Renovando el aire de libertad.

La estrella luminosa del alba
Brilla alumbrando el pequeño camino del loco
Guía sus pasos al bosque.

El sonido del claro riachuelo
Relaja la conciencia del ave que migra
Calma la sed del postrado.

El otoño de la existencia
Bellas y sabias palabras del corazón alberga
En recuerdo de la primavera.

Mil cantos el viento susurra
Entre las ramas del cerezo en flor
Ante Efímera y perfecta existencia.

martes, 14 de febrero de 2012

YO

Soy una de las mujeres más afortunadas del planeta. A lo largo del día y en todo momento, noto el cariño de los que forman parte de mi entramada vida. He aprendido a vivir sola y disfrutar de dicha soledad. Es buena compañera cuando se la acepta y se la reconoce. Algo muy diferente son las personas que se sienten desoladas, no es mi caso.
Él se marcho en compañía de otra dama hace ya unos cuantos años, para ser más exactos siete. Y este, mi séptimo año de soltería, el definitivo. El rumbo por fin fue definido por la brújala, la aguja dejó de oscilar. Ha sido un tiempo de duro aprendizaje, sobre todo los dos primeros años. Como todos sabéis, un divorcio de mis características, por abandono, pasa por las mismas etapas de un duelo hasta adaptarse a la nueva situación.
La primera etapa es la de negación y aislamiento ¡No podía creer lo que me estaba sucediendo! Mi marido se va a tomar unas gambas, a un chiringuito de playa, con la mujer de mi hermano. Mientras yo , sola, asimilo lo ocurrido, aunque sinceramente, se venía anunciando hace ya un tiempo. Nadie lo sospechaba salvo yo, él me hacía sentir desequilibrada y culpable al ver ciertos detalles que eran impensables, roces, miradas, complicidad; ingenua no hice caso de mi instinto y les deje campar a gusto. En el silencio de la noche, oyes a tus hijos gemir el ausencia de su padre e intentas pensar que es una pesadilla que pasará. Niego lo evidente y me refugio en mis ensoñaciones.
La segunda etapa es la ira. Más le hubiera valido irse a Alemania. Yo una escorpio de pies a cabeza, vengativa, impulsiva, de fuerza incontrolable cuando se me ataca y primitivamente violenta. Siempre intentando ser espiritual y mejor persona ¡Cómo puedo reaccionar ante los cuernos y encima con la mujer de mi hermano! Pues la ira fue controlada hasta que firmo el acuerdo de divorcio. Tras el convenio, le deje caer que en todo el tiempo que sabía su rollo, con paciencia, había urdido bien la situación y atado todos los cabos para que los cuernos lucieran con la mejor situación económica. Desde luego no exento en algún momento de insultos y difamaciones, como que él también no tardaría en lucirlos.
La tercera etapa es el pacto o negociación. Fue bien llevada y como antes os he indicado, inteligentemente pacte antes de la segunda etapa. Trastoqué un poco el orden en propio beneficio. En su defensa puedo decir que hasta el día de hoy él nunca ha faltado a sus responsabilidades económicas; será porque aún le quedan principios o que en el fondo, sigue siendo el hombre bueno del que hace veinte cuatro años me enamoré.
La cuarta etapa la depresión. Fue la más dura. Asumir todas las responsabilidades familiares con mis hijos, pues él desapareció del mapa. Sus hijos me tenían a mí; él, por su puesto, tenía que cuidar a la otra que no sabía sostenerse sola. Y mientras mis hijos estaban en el colegio, yo me deshacía en lágrimas. Incluso llegué a estar ingresada en el hospital. Fue la voz de alarma que me dijo: o levantas el ánimo o tú cuerpo ya no responde. Gracias a Dios, me armé de valor, respondí, tanto, que hoy soy feliz de nuevo.
Y la última etapa es la aceptación. Acepté la ausencia y defunción del matrimonio. Un día de primavera, me levante, salí a la terraza, miré al sol y me dije a mi misma. Para qué coño quieres a un tío a tu lado, calvo, aburrido, desordenado, que no valora tus angelicales virtudes y que no te quiere. Dale las gracias. Te ha abierto un mundo imposible de ver a su lado y del que no hubieras podido disfrutar. Algún día le invitaré a una caña acompañada de gambas, en agradecimiento.
El duelo ha pasado. El tiempo va poniendo cada cosa en su lugar, yo siento que a mí me va encumbrando. Despertó la mujer instintiva que llevo dentro. Descubrí que la amistad, poco valorada, es lo mejor. Mi lealtad es absoluta a todos ellos, en ningún momento dejaron de estar a mi lado por muchas peroratas y lagrimas que me aguantaron.
Mi hogar con mis hijos es un remanso de paz y complicidad. Reímos, lloramos y luchamos pero todos al unísono. Por supuesto, la familia dejo de ser el incordio que era cuando él estaba. Ahora caigo en que el incordio y la molestia era él. Siempre defenderé al más frágil tanto en el campo de batalla como en una crisis psicológica; la situación que él creó dejo muy debilitados a mis hijos y a mis padres.
Y aprendí a canalizar mi venganza a través de las palabras pero después de ser capaz de reconocer que tenía mucho que agradecer al padre de mis hijos. Me había dado todo amor cuando lo necesite, mis vástagos por los que daría la vida y libertad cuando el amor ya no era suficiente.

domingo, 12 de febrero de 2012

EL COMIENZO




No puedo resistir tu mirada gélida cuando me transmites que la hora ha llegado. Me besas en la frente insuflando aliento a la vez que me empujas al abismo. Tengo que saltar sin especular los resultados. He de ser como el loco del tarot que comienza su andadura ignorando donde acabará su gesta. Sé que será todo un aprendizaje.
Pero es imposible dejar a un lado los miedos y las dudas. Mi lunática imaginación me compensa esas experiencias que necesito cuando me siento estancada. Estoy enjaulada y lo sé. La llave se esconde dentro de mi corazón.
Abriré la puerta si me lo pides. Dejaré de ser la dulce y encantadora dama. Mostraré mis colmillos para ahuyentar las oscuras sombras. Clavaré las garras sobre aquel que intente impedir mi salto.
No me acuerdo de cuando por primera vez cogí un bolígrafo para escribir mis primeras letras creativas. Imagino que sería una adolescente con los sentimientos y las hormonas en el momento más delirante ¡Ha pasado tanto tiempo!
He empezado tantas veces y tantas veces he abandonado que dudo si podré hacerlo. Por donde iniciar todas las vivencias y circunstancias que han ido forjando mi carácter ¿Cuál sería el principio?
La apertura puede ser el aquí, ahora. Como el fénix, he de renacer de mis cenizas. Dejar libre el instinto. Es un buen comienzo reconocer la fiera confinada que me carcome. Dejaré la guarida e intentaré cazar mi sueño.
Ya planeando sobre el vacío, diviso el panorama como el águila. Casi no me lo creo pero la pluma está entre las manos. Son pocas las letras pero algo es algo. Espero que mi historia, que como otras muchas, supera la ficción, te enganche. No olvides que entre dicha narración siempre se filtrará cuentos de otros mundos o sueños con seres extraños. Nunca se sabe la línea que separa tan diferentes mundos e ignoramos lo que cada cual necesita en cada momento.
Así pues, mi nombre es María. Nací en tierra de ancestros de diferentes culturas. Una ciudad plagada de rincones recónditos, casas atávicas y calles laberínticas y empedradas. Aun hoy paseando por ciertas zonas te puedes sentir en un emporio medieval. Algunos amigos me dicen que es tierra de curas y militares; ignoran que también es de alquimia, cábala y nigromancia; de brujas, hechiceras, curanderas y celestinas; de leyendas, mitos, cuevas y criptas. Sobre estas rocas bien se puede hacer historias.
Sigues clavando tus ojos azules como diciéndome que puedo, que lo hago todos los días desde siempre. El vacío siempre esconde sorpresas y extraños caminos que nos guían a nuestro destino. Un innumerable sinfín de de sincronicidades que si las adviertes pueden hacer el milagro.
Agradezco tu impulso, el comienzo ha comenzado. Iré plasmando cada capítulo de las aventuras y desventuras de una humilde mujer de hoy al lado de la hechicera del pasado.

martes, 24 de enero de 2012

MARIE




Aún recuerdo muchas de las sesiones de terapia con ella. Interesantes, intensas, tanto, que incluso me hacían replantearme mis propias convicciones.
Aquella tarde de otoño, fue la última. Ella entró. Su aire de supremacía y optimismo impregnaban el ambiente ¿A qué venía a mi consulta?
Fui directo. Le pregunté ¿De qué hablaremos hoy?
Con una media sonrisa me dijo que agradecía mi abordaje, sin perder tiempo. Mi hora era muy cara para desaprovecharla. Comenzó su exposición cuando apenas se había tumbado en la cheslón.
“Usted sabe que padezco bruxismo. Hoy hablando con mi maestro Zen me señaló que durante el día estaba reprimiendo mi ira y aprovechaba la noche para liberar tensiones. Castraba mis sentimientos y debía permitir defenderme y expresar mis deseos.
¿Qué opina?”
Siempre me ponía contra las cuerdas, tenía que estar preparado para salir airoso en cualquiera de sus insólitas dudas.
Le dije que era posible que todas las tensiones emocionales del día a día las intentara librar por la noche, durmiendo, cuando nuestro subconsciente se desata de las cadenas.
No le había contestado. Sólo confirmé lo que le había dicho su maestro. Pero ella no esperó, volvió a retomar su monólogo.
“Conozco lo que siento y lo que quiero. Algo muy diferente es manifestar a cualquiera lo que soy o lo que deseo.
Sé quien forma parte de mi historia de manera significativa y quien no tuvo ninguna relevancia.
También te puedo decir que le quiero aunque nuestros caminos se separaran. He intentado odiarle pero ha sido imposible y creo que a él le ocurre lo mismo. Pero que le quiera no significa nada, no hay una vuelta cuando ya no soy la persona que era hace siete años; ni él tampoco. Ya no hay nada a que regresar.
La vida es más sencilla de lo que la hacemos. No necesito salir a tomar unas copas y terminar poniendo sobre la mesa los cadáveres que nos atormentan. Tampoco preciso reunirme con otros, en situación similar a la mía, para encontrar el polvo del momento. De todo se cansa una.
¿Es tan difícil encontrar un compañero, un cómplice, un amigo sin tener que compartir techo? ¿Alguien que te haga sentir mariposas en el estómago con el roce de sus manos sobre las mías?
A veces pienso que no es imposible pero si, poco probable. Mientras tanto, disfruto de los que quiero, de los que valen la pena. Me regocijo con un chocolate caliente frente al fuego esperando compartirle algún día, bajo el susurro de las palabras de uno de mis libros.
Ignoro por qué salen corriendo ante mi paso firme por la vida, ante mi entusiasmo a pesar de las zancadillas que he sufrido ¿Doy miedo? “
Le contesté que no creía que diera miedo por su fortaleza pero sí que algunas personas se podían sentir mermadas. Volvió a sonreír. Se miró el reloj. Se levanto, colocándose su blusa ceñida que dejaba entrever su canalillo. Se disponía a salir. Le pregunté antes de que se marchara ¿Marie, por qué vienes a mi consulta?
“Alejandro, me gustas y no me importaría, en absoluto, que leyeras uno de mis libros, compartiendo un chocolate al calor del fuego”

domingo, 22 de enero de 2012

PUENTE HACIA EL AMANECER




Determiné cruzar el puente.
El miedo me hacía sucumbir en la duda.
Su estabilidad era un campo de incertidumbre,
Un abismo oculto.
Ignoraba a donde guiaba el vacío.
Poco a poco la indecisión paso al olvido.
Dejé de mirar abajo o atrás.
Mis ojos sólo volaban por el cielo,
Planeaban junto al águila.
Y el sol colmo mi coraje,
Ambicione la vida,
Brotó la pasión por el hoy,
Cicatrizando el pasado
Sin especular el futuro.
Y el océano se abrió ante mis manos,
Su azul me sedujo,
El coral me protegió con sus brazos
Incitando a la enajenación.
En este momento soy el loco que camina
Sin rumbo ni codicias,
Con su compañero fiel que resguarda y guía.
Y nada importa.
El éxtasis construye los puentes colgantes
Para el amanecer de una nueva era.

jueves, 12 de enero de 2012

SEMPER FIDELIS




Espíritus afines, vigoricen la esencia,
Progresen.
La crisis, no es física,
Existe por la ausencia profunda de asumir responsabilidad.
Honor, coraje, lealtad.
Hacer lo que la conciencia insufla al alma
Principios, compartir, fidelidad.
Amigos hasta dejarse la piel.
No mirar hacia otro lado, confiar.
Que las personas importen.
Devalúa el brillo del diamante
O el combustible para viajar.
Alimenta el alma, con un amanecer,
Con la lluvia al unirse con el mar,
Con el viento susurrante entre las ramas,
Caminando al abrigo de un bosque,
O el silencio de la llama al crepitar.
Como el sabio dice
No es más feliz el que más tiene
Sino el que menos pueda necesitar.
Enfoca tus ojos, extiende las manos.
Todos los días tienes un motivo para deslumbrar.