“Lluvia de
primavera; ¡pobre de aquel que nada escribe!” Yosa Buson
Tras un año de retiro obligado, el tiempo va pasando factura
y hay días en que al ánimo le cuesta remontar. Imprescindible que salga el sol
y vayan floreciendo las plantas, oír el gorjeo de los jilgueros y el verdor de
los campos tras la nevada. Hemos de comenzar a salir de este letargo.
Hoy tras una noche gélida sale el sol y parece que más
fuerte. Igual que caldea las raíces de los árboles quiero que abrigue las mías.
Y con una taza de café entre mis manos y de frente al astro rey, cierro los
ojos y escucho como me habla el mundo que me rodea. Disfruto del despertar de
la primavera. Pasan unos vecinos esbozados en sus mascarillas y nos saludamos
con cordialidad. Es gratificante poder hablar, aún manteniendo los dos metros
de distancia, poder comprobar que seguimos vivos superando aciagos meses.
Sigo frente al sol y noto su calor, pasa un desconocido,
andando ligero, me saluda con timidez. Y a los diez minutos vuelve a pasar, con
su zancada rápida. Cada cual activa su neurona y músculos como puede. Y tras
otros diez minutos vuelve a aparecer, pero esta vez se detiene, con una leve
sonrisa deja en el muro de la fachada un ramillete con bocas de dragón
silvestres amarillos y margaritas. Sin mediar palabra le agradezco su gesto con
una sonrisa. Retoma su camino y le despido con un ademán de la mano.
Recojo el ramillete y me meto en casa. Coloco las flores en
un jarroncillo y enciendo una vela, prendo un Palo Santo. Poco a poco se
esparce el humo llenando la habitación con su aroma dulce y leñoso, mientras
susurro “Que el espíritu del Palo Santo limpie y proteja este hogar. Que esta
madera sagrada atraiga a este hogar las mayores bendiciones y fortunas.
Gracias. Gracias. Gracias.”
El día promete y siento como las cadenas que oprimían el arrojo
se hacen añicos. Respiro con profundidad, la vida es bella si podemos
vislumbrar los pequeños detalles de cada día y apreciarlos, porque esa es la felicidad,
los pequeños y brillantes fragmentos de lo cotidiano.